De otra vida

Entré al supermercado rápido, para refugiarme de la lluvia del exterior. Me acomodé las ropas y la mochilita esperando que la nena no se despierte. Germán me pasaría a buscar cuando terminara con las compras.


Comencé a andar apoyándome en el carrito, de fondo sonaba “Cuando Vuelva a Tu Lado” de Luis Miguel, lo recuerdo porque el disco de Romance en esa época, lo repetía sin cansancio. A pesar de la música que me enganchaba, quería hacer las compras lo más rápido posible, se me podía despertar la nena y querer la teta. Tenía que ser una cosita de quince minutos, Germán a esa hora ya estaba cansado y la verdad que yo también.


Doblé  a la izquierda hacia la góndola de los productos de limpieza, cuando cruzamos miradas. Ella también estaba cantando Luis Miguel mientras empujaba el carrito con un nene de unos cuatro años en la sillita. Quité la mirada rápidamente, la conocía ¿De dónde? Ella dio vuelta el carrito, nos dirigimos la una hacia la otra y nos saludamos con un beso. Un silencio incómodo nos embistió a ambas, por suerte fue ella quien tomó la iniciativa y preguntó, disculpándose antes, de dónde nos conocíamos. 


Nos dijimos nuestros nombres, ella se llamaba Patricia, tenía dos nenes casi de la misma edad que las mías pero no eran compañeros de jardín, ni de guardería. No habíamos ido a la misma escuela y tampoco vivíamos cerca. No nos recordábamos de nada pero a la vez un poco de todo. En cinco minutos me contó que se casó con Rubén que era piloto, que esperaron unos meses y buscaron a Fausto y que casi cuatro años después, habían intentado nuevamente por Lucio, que en esos momentos estaba con el padre. Ella era costurera, le gustaba tirarse el tarot, detestaba a su suegra igual que yo y creía que su matrimonio no duraría mucho más.


Terminamos la breve charla pasándonos los teléfonos en tickets viejos que guardaba yo en la cartera y nos dimos un abrazo de despedida. Terminé mi compra obnubilada, con miles de preguntas para Patri, con ganas de sentarme a tomar un café con ella. Una necesidad propia de la amiga que era pero en realidad no.


La lluvia afuera no se había detenido, esperé bajo el techito de la puerta del supermercado, mirando como se caía el cielo hasta que Germán apareció haciéndome luces y tocando la bocina dos veces, como siempre hacía. Una vez en el auto, me preguntó:


- ¿Por qué tardaste tanto? Tuve que dar la vuelta como tres veces con todos los autos que tenía atrás. -

- Nada, me encontré con una amiga y charlamos unos minutos.-

- Una amiga ¿De dónde? -

- No sé, de otra vida. -

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