SIN MAR


Hoy desperté y el amor de nadie pudo salvarme.
Se me vino el día encima y ya. La ropa encima y ya.

Ni siquiera me despertó el reloj o la alarma, me despertaron las inmensas ganas de no despertar nunca jamás otra vez.
Pero hoy desperté y me pongo la pava mientras la detesto.

Detesto el fuego que le hace cosquillas en el culito. El agua adentro contenida, sin saber que va a hervir en algunos minutos. Yo soy el agua pero yo sí se.

Me tomo el estúpido té con su estúpida azúcar. Me tomo toda el agua inocente de esa pava del demonio.
Y lloro, lloro mientras nadie puede consolarme al ponerme el calzado. Lloro porque tenerme el puño de la campera, ya no es mi única responsabilidad como cuando tenía cuatro.

Alguien toca el timbre. Abro la puerta. Martín el portero me regala un pan dulce y su mejor sonrisa. Me dedica un “feliz año che” mientras va recogiendo de su bolsa otro pan para darle a mi vecino.

Lo odio a él, a este pan dulce inmundo con frutas abrillantadas, invento del demonio para romperme bien las pelotas aunque ni siquiera se por qué. Detesto el pan dulce, ni siquiera me importa si tiene fruta abrillantada o no, lo detesto y ya.
Tiro el pan a alguna alacena. Tomá Alacena! Ahora tragate esa mierda vos.

Desayuno parado porque no me importa mientras escucho a mi vecino cantar. Se abre sonoramente una ventana y alguien grita:
-          -CHE, ANDREA BOCELLI, PODÉS DEJAR DE CANTAR A LAS 8 DE LA MAÑANA?-
-          -Sí, perdón- Le contesta el Andrea Bocelli del 3ro A. Qué  Andrea Bocelli más cobarde, verdad? Ni siquiera tiene el valor de seguir cantando. Tengo unas ganas inmensas de salir yo por mi ventana y gritar
-         - CANTÁ ANDREA, CANTÁ CON TODOS LOS PULMONES- y hasta hacerle los coros. Para cerrarle el culo a ese que dice que Andrea del 3ro A, no puede cantar a las 8 de la mañana.

Quién se cree que es para coartar la libertad de Andrea? Yo sí quiero escuchar a las 8am al Bocelli del 3ro A cantar desafinadamente a los gritos, con todo el pulmón puesto en el simple evento de cantar. Mientras se baña, mientras desayuna, mientras hace algo de la mañana horrible, que hacemos todos. Salvame la mañana de ser la mañana, Andrea.

Pero Andrea se calla y se escucha al gatito del 5to C que maulla por comida seguramente. Nadie me salva otra vez, me ahogo en el piso de parquet hasta la tarde en que abandono la compu, los mails, el trabajo.

Me abandono a estar dentro mío cuando lo único que ilumina el departamento es el foquito led del velador. Escucho timbres sonar, voces, risas, música, cubiertos.

De pronto suena una sirena, escasos fuegos artificiales, gente gritando “Feliz Año nuevo”. Mi departamento no festeja nada como los otros, está a oscuras, sin sorpresas, inamovible.
Inmarcible o sea sin mar. Tal como ella me dejó.

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