Yo también soy una tarada

Si no fuera por muchas mujeres que surcaron el camino, que se bancaron las peores cosas y la soledad de enfrentarse a algo tan poderoso y que te den la espalda; yo sería, seguramente, una mina defendiendo a Darthés.

Tal vez no a este en particular porque siempre me dio un asco bárbaro. Pero se entiende.

En el pasado el feminismo a mí me hizo un ruido molesto que yo traduje como algo malo, una moda, una expresión circense de la mujer.

Para mí la mujer era una figura fuerte, que siempre tenía que poder con todo, incluso con el poder decir NO y que nada pasara.
Hace años creí que yo siempre había dicho NO y se me había respetado y bajo esa misma consigna, todas podían hacer lo mismo.

Me acuerdo de mí o me leo a mí misma del pasado y me siento la Moria de ahora, que todo lo atraviesa como una vivencia personal y como ella hizo tal o cual cosa, es imposible que suceda.

No sé si referirme en estos términos en pasado, porque puede que todavía siga tirando paredes internas, pero fui más idiota, ignorante y pedante.

Dije, pensé en cosas horribles en contra del feminismo, de mujeres en particular, etc.

Soy una tarada, me costó mucho tiempo, pero lo soy.

Juzgué a mis amigas, a otras mujeres, al feminismo como movimiento.

Si no fuera por ellas, yo no entendería muchas cosas, porque la principal razón del ataque hacia el otro es la ignorancia. Yo no dejé que el feminismo en su momento me generara la duda para poder sentir la cosquilla y correr a empaparme de información. 

Recuerdo que tuve amigas muy feministas, que por suerte conservo y que en su momento las creí ingenuas (a ellas, si!!!) y creí que mi pensamiento definido, certero, absoluto era más grande y poderoso, más veraz.

Les doy gracias a esas amigas (igual a todas un besi) que siguieron siendo mis amigas sin mandarme a la mierda como lo haría yo conmigo misma en estos momentos.

Escribo esto ahora porque me inunda la bronca, me ha inundado en situaciones del pasado también como cuando finalmente la ley del aborto legal seguro y gratuito, no fue, por decir uno.
Pero esta vez siento algo más fuerte, una asco por la mina que fui (y seguro en parte sigo siendo) y por la gente en contra de cosas tan básicas.

Ojalá pudiera yo, desde mi pequeño lugar tener una charla con una persona que no le cree a otra de una violación y poder abrirle la mente en re preguntarse y/o hacerse otra clase de preguntas que cuando no sos feminista no se te ocurren. Si te pasan por la cabeza, las respondés fácilmente sin salir de tus zapatos.
Ojalá yo misma no hubiera señalado y acusado en mi cabeza y con mi voz a tantas mujeres. Pero lo hice y ya no más.

Intento todos los días replantearme a mí misma no cómo ser mejor yo (que creo una tarea indispensable para todos) sino cómo ser mejor con otras mujeres. Me parece muy importante esto último, que puede que algunos llamen moda o imposición o cualquier gilada, me parece importante porque gracias a otras mujeres que fueron excelentes con nosotras yo aprendí.

Aprendí que no siempre había dicho que NO y se me había respetado, entendí que muchas veces que juzgué a otra mujer, no pensé que en vez de enojarme tenía que acompañarla. Aprendí a estimular la empatía.

Es hoy lo que me mueve a escribir sobre esto. Hace meses que me planteo mi "post feminista" y hay tantas cosas por decir y yo soy tan ignorante aún al respecto, que me daba vergüenza.
Empecé muchas veces a hacerlo y borré y borré. 
Es hoy la empatía lo que me hace pedir perdón por mi gila del pasado y me sienta a escribir lo que me pasa.

A razón de los últimos acontecimientos (que no son novedosos porque las mujeres atravesamos estas situaciones diariamente), sino los acontecimientos de cómo se recibió esta noticia; siento mucha bronca. Me da vergüenza leer a un montón de gente y siento ira. Unas ganas de llorar mucho de impotencia. Ganas de abrazarme a todas las mujeres que pueda con un fin único de acompañarnos.

De alguna manera, paso a paso siento que vamos sacando curitas, que nos duelen a todas, porque destapan verdades que todas callamos y que sufrimos y atravesamos. 
Siento que esta tristeza, mezclada con ganas de gritar, es mi deseo de mujer de que no pase más y lo que tiene que hacernos crecer pase todos los días.
Es un mix de sentir que transito un momento histórico para la mujer, que soy parte de eso, que me golpeá como a otras y que me contagia el dolor, la pesadumbre de tener que enfrentarnos y explicar cosas, pero que nos forma como una unidad que no puede volver a separarse.

Nunca me sentí parte de nada, ni de un curso, ni de un país, ni de un club de fútbol. Hoy me siento feminista, intento serlo de la mejor manera y me abrazo a todas, infinitamente para sostener y que me sostengan.


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