Blake

Esta no es una historia de amor, es el amor de una historia y comienza así.

Sí, así comienza el relato de una peli, pero a mí me gusta darle dramatismo a la cosa y por eso va la frase.

Blake y yo nos conocimos ya hace como…no sé por el 2009 ponele (no sé sacar cuentas).

Yo estaba enamorada de su novia, para decir las cosas como son, pero no de forma lésbica (aclaro esto, porque mi sexualidad es un tema muy hablado en el mundo blogueril y hasta me han contado que fue una de esas palabritas que llevan el numeral en el tuiter, algo así como #moncha.j.smith,serátorta? )

En fin, el tema es que su novia me gustaba porque era copada, tenía tatuajes en los brazos como yo los tendría si fuera fácil conseguir trabajo, que ya con los que tengo, bastante me rompen las pelotas. También se vestía como si en el fondo supiera que no era linda, pero que tenía en claro que ese personaje, con vestidos y maquillaje, le gustara mucho y a los muchachos también.

La conocí a ella primero, obviamente ella nunca me conoció a mí. Con los meses me di cuenta que ella estaba en pareja con Blake, entonces di con él. Alto, como de metro ochenta, rubiecito pero más tirando a castaño oscuro, ojitos pequeños, bien de drogadicto, flaco más flaco que yo antes de ir a la nutricionista, con tatuajes también en los brazos. Usaba siempre una fedora en la cabeza, porque el pobre tiene unas entradas que parecen la 9 de julio, Cerrito y todas las paralelas, entonces con la fedora sabía que zafaba un poco.

El caso es que él nunca fue lindo, todas decían que no lo era, pero a mí me encantaba, su forma de vestirse con trajecitos, la corbatita bien finita, la fedora a juego o unos jeans chupitos, etc. Creo que esa manera de vestir sólo me gusta en él, en otros lo veo medio de puto.

Yo andaba muy sola para esas épocas, creo yo, porque nunca tengo en cuenta cuándo fue que estuve con alguien, me refiero a años y meses, no recuerdo. Pero creo que estaba sola.

Al principio creo que no le caí bien, porque apenas nos conocimos, yo estaba tan estúpidamente enamorada de eso que no conocía de él, que parecía un idiota terrible, como que lo miraba con mi cara apoyada en todo su peso, en el brazo derecho que a la vez se apoyaba en la mesa, y dejaba la boca abierta a lo Kristen Stewart en todas sus películas. Él me decía tal cosa y yo asentía, luego me pasaba el puño de la campera por la boca para sacarme la baba.

Seguramente le parecí una pelotuda, pero por alguna razón algo de ternura me vio y salimos juntos a lugares geniales, a los que siempre había acudido sola. Como por ejemplo, los baños de diferentes lugares, incluyendo (y este la mayoría de las veces) el de mi casa.

Si yo no estaba sola, no le decía que viniera, porque a mí me gustaba estar sola con él.

Comenzó a conocerme mejor, a verme en mis peores vestimentas, como cuando era invierno y no usaba pijama, porque de hecho nunca tuve uno, entonces hacía yo esas incompresibles mezclas de colores y texturas para abrigarme al salir de la cama o al meterme en ella. No le importó que en invierno yo vistiera como un muchacho de dudosa procedencia, que usara gorrito, guantes y bufanda.

Creo que le gustaba verme con mi campera grandotota, la capucha inmensa, el gorrito debajo, los guantes cortados para fumar mejor y meterme el dedo en el ojo para sacarme las cosas que se me metían, etc. Ya le fue pareciendo natural, verme siempre con esa mochila gigante. Sí, al principio él quería saber qué mierdas podía yo llevar allí, cuando descubrió que eran papeles y papelitos donde yo solía escribir, le pareció de lo más tierno.

Conmigo él aprendió a recitar escenas idiotas de películas, que le hice mirar una y otra vez, nos sentábamos en el baño y yo le recitaba con mi mejor cara de actriz que va a ganar un Oscar, y él contestaba sus partes de forma correcta, pero mi amor era tan grande que le creía todo. Cuando veía que él ponía cara de desaprobación o que ya no me miraba a los ojos, cuando la escena lo necesitaba, recurría a largar algunas lágrimas para aumentar el dramatismo, entonces él volvía a prestar atención y después de terminar, me felicitaba por tamaño desempeño, siempre pidiéndome que lo volviera a hacer.

Nos aprendimos muchos textos.

Con él yo aprendí a dedicar canciones, me sentaba en la cama y le miraba, entonces tocaba esos temas que siempre me salían horrorosos, pero ahora eran con un dejo de dulzura, sólo para él. Él sonreía, me tomaba de la mano y me daba un tierno beso, me pedía más de mi inagotable repertorio musical.

Él sabía que yo era orgullosa a más no poder, idiota y malhumorada, que vivía con ganas a no querer hacer nada, que salir por ahí no era lo mío, que prefería quedarme en casa, con él tirado en la cama, mirando películas o yo escribiendo y el mirándome, porque no tenía mucho para hacer.

Sabía que yo era negativa y cuando yo soltaba mis improperios a contra el mundo, él se reía y pasaba su brazo sobre mis hombros para darme un beso en la cabeza, como diciendo: ya, tonta, el mundo no escucha la cantidad de pelotudeces que estás diciendo!-

Pero como todo el mundo él se tenía que ir, porque él era inglés, un señorito inglés y no podía quedarse a vivir en mi pieza, por mucho que quisiera. Entonces venían las despedidas, que yo le abrazaba todo el cuerpo y le arrugaba la ropa con mis manos para demostrarle que le extrañaría mucho. Él, se sacaba los lentes de sol y me miraba con pena y dulzura, me sonreía pícaramente y lo perdía de vista por varios meses.

Cuando volvía siempre era otro, uno que había vivido todo el descontrol que conmigo no podía, porque yo para descontrolarme soy muy tonta, lo hago interiormente, entonces termino pateando cosas, pegándole piñas a las puertas, etc. Venía con ojeras que parecían baches de alguna calle que Macri no quiso arreglar, con rasguños de algún gato que decía tener por allá, con cara de drogadicto y queriendo hacer locuras conmigo. Yo le perdonaba todo, qué me importaba a mí, que se fuera al baño y se tomara un placard de merca? Si después se quedaba despierto toda la noche escuchándome hablar forradas.

Pero se aburría, entonces las despedidas se hacían más grandes y aunque no hablábamos de ello, él volvía para estar con ella también, que nada sabía de lo nuestro.

Admito que a veces me sentía algo culpable, porque ella le amaba mucho, mucho mucho, de hecho se tatuó su nombre en el pecho y todo. Ella estaba tan enamorada, pero yo también, ni siquiera me importó que él también se tatuara su nombre debajo de la oreja, no me importó, porque ella tenía un nombre corto, porque si se llamaba aureliana, la cosa se ponía fea.

Pero cuando yo ya le lloraba para que no se fuera, para que no me dejara sola, para que no tuviera que recurrir a escribir conchudeces en mi blog por su ausencia, él se iba igual, y a mí se me quebraba el corazón.

Me puse tonta, le nombraba en todas partes, aún en las más estúpidas como a saber: Ohh, Blake también come con cubiertos- o –Sii, Blake también va al baño a mear cuando tomamos mucha cerveza- cosas por el estilo.

Me fui de vacaciones a la playa, sin él, y hasta escribí en la arena su nombre con un corazón, para sacarle una foto y mostrársela a su regreso.

Pero cuando volvió, me enteré que él estaba casado, hacía ya tiempo con la chica copada, que su relación era un tormento y así como escapaba de ella, escapaba de mí.

Yo le quería, le amaba mucho, porque él leía la cantidad de ñoñadas que escribía como poemas, porque me decía que le gustaba más de ellos, se reía de mis notas en el blog, se acurrucaba a mi lado para ver pelis, no se sentía incómodo de que nos miráramos por horas a los ojos acostados antes de dormir, porque yo le parecía interesante o porque no le parecía tan idiota. Porque se reía de mis chistes sin gracia y me miraba con puchero cuando yo estaba resfriada y me sentía mal.

Entendía todas las cosas que yo no quería hacer, pero se iba alejando porque él quería que me pusiera loquita como él y yo que ya estoy un poco loca, no quería irme al carajo.

De un día para el otro, después de dedicarnos varias horas mirándonos en despedida, no lo vi más.

Ahora sé que Blake se separó de ella, que ella, por más que me pese en el alma, muchisisisisismo, falleció hace poco y que Blake fue y será el mejor chico,novio imaginario que me imaginación estúpida ha creado…porque era bastante real, hasta me decía mis defectos!

Podría volver con él ahora que Amy Winehouse se murió, pero… ya no me llama como antes. Y mi imaginación con los años no ha hecho otra cosa que empeorar para no creerme nada, no como en ese entonces, que si quería ponerme a jugar al solitario en el aire con un elefante azul, podía hacerlo por horas sin problema alguno y hasta charlando de política.


Pareceré una idiota, pero... a mí me encanta hacer esta clase de idioteces, como para tener algo que hacer ¿Vio?

ASÍ YO NO EL BLOG QUE SE LAS ARREGLA SOLITO...

Comentarios

Hugo ha dicho que…
¿Y quién es el apuntado ahora?
Gabriela ha dicho que…
ay ay au Moncha... que lindo que escribís!!

Hay historias de amor que de tan bellas, tan particulares y tan dolorosas es mejor pensar que son un sueño imaginario.


Beso!
Moncha J Smith ha dicho que…
Hugo: espero no estar en la lista de los posible...o si?
Gabi: mis historias de amor nunca llegan a nada, nos quedamos en el no amor y siempre terminan de forma pedorra, mi imaginación es mejor :D
Anónimo ha dicho que…
me identifico un tanto ASÍ con vos!

la verdad que también me gustan los "frikis" y las cosas simples me enamoran, ME ENCANTA jugar a actuar pelis (de hecho estudio teatro) y me encanta la musica tambien!!!!

y suelen gustarme los papanatas que me terminan rompiendo el corazon...

mas claro...
Moncha J Smith ha dicho que…
Sarah...ojalá pudiera encontrar uno real, para que me rompa el corazón.

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