A la tardecita
Afuera llovía bastante, por suerte nadie pensaba salir pronto. Teníamos bizcochitos e ingredientes para hacer tortas fritas si hacía falta. Llené el primer termo para comenzar la ronda de mates. Guada me pidió mi kit de esmaltes para hacerse las uñas y Mery dijo que quería tomar gin tonic cuando vio mi barcito todo ordenado de botellas de colores y de formas diferentes.
Charlamos de las campañas políticas, del miedo al futuro de nuestro país. Mery nos contó que se había pedido unos días de vacaciones y pensaba no hacer nada en su casa, durmiendo tarde todos los días, Guada agitaba las manos para que se le seque el esmalte.
Para cuando Mery iba por su tercer gin tonic empezamos a hablar del ex de Guada y de mi actual pareja. Nos comparamos porque teníamos tiempo de sobra, expusimos nuestros pros y contras y nos reímos de nuestras mismas comparaciones.
Guada sacó su set de armado, tenía una bolsita chiquitita con unos cartoncitos adentro, seleccionó uno, lo enrolló. Pellizcó un papel, hizo ruido de impresora escupiendo una hoja, y puso un cogollo en el picador. Como un acto casi sexual, le pasó la lengua al papelillo con su contenido adentro y formó un cigarro casi perfecto. No tardó en encenderlo, darle unas pitadas mientras miraba el techo y pasármelo. Mery nos miraba con atención, hacía años que no se juntaba con nosotras porque su ex se llenaba de celos y eso la había mantenido alejada. Lo más loco que hacía Mery era tomar gin tonic. Así que se negó cuando le ofrecimos fumar. Dijo que estaba bien, que el gin tonic le estaba pegando.
Pero a la tercera vuelta del porro circulando, metió la mano entre las nuestras y se robó el cigarro, llevándoselo a la boca con una sonrisa “ya fue, estamos entre amigas”.
Al principio tosió mucho y pidió que le diéramos unos minutos para volver a probar. Nadie la forzó, le indicamos cómo llevarse el aire a los pulmones “respirá por la boca Mery, chupá el aire” y después se fue acostumbrando.
Noté que los ojos se le achinaron más de la costumbre, que los tenía rojo fuego y se reía de cualquier cosita que pudiese llegar a ser graciosa. Era su cuarto gin tonic, las últimas secas del porro y Guada hizo un chiste sobre el pito de su ex. Tal vez fue todo, tal vez fue nada pero Mery comenzó a reírse sin parar, los ojos le lloraban de risa y su rostro comenzó a desfigurarse.
— ¿Estás llorando? — Le preguntó Guada, yo ni siquiera me había dado cuenta de que esa era una opción. Mery no dijo nada, seguía acongojada. Las lágrimas le mojaron toda la cara y no respiraba bien. Ambas intentamos tranquilizarla.
— Lo acabo de recordar, habíamos salido a bailar y yo estaba muy borracha, me había relajado porque salía con él— Empezó a decir, Guada le pasaba pañuelos y yo le buscaba agua de la heladera, otra vez le repetimos que esté tranquila que no pasaba nada — ¿Cómo me lo iba a imaginar si llevábamos 5 años de novios? Me relajé pero ahora creo que recuerdo algo ¿O me lo imaginé? — Volvió a hundirse en llanto y le pregunté si quería decirnos qué recordaba
— Ay no sé, no sé. — Siguió llorando, y Guada la abrazó. Se fue al baño a lavarse la cara, tomó agua, dos vasos, se pidió un auto y disculpándose con nosotras, que sólo queríamos que estuviera mejor, se fue.
Guada se quedó mirando el porro y yo el vaso de gin tonic casi vacío.
Tal vez fue todo o tal vez no fue nada.
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