EL DÍA QUE CONOCÍ AL NOVIO DE MI AMIGA

Era un día importante porque iba a conocer al novio de mi amiga.
Recuerdo haber vuelto a casa para cambiarme porque aún tenía la ropa del trabajo. 

Quedamos en una cafetería sobre la calle Corrientes que en realidad quedaba a pocas cuadras de mi casa.
Su novio hablaba muy poco español y a mí eso me ponía nerviosa porque hablar en inglés siempre me pone nerviosa.

Nos sentamos en una mesita al lado de la puerta, junto a la ventana. Pedimos una cerveza o tal vez yo me pedí una cerveza para mí y ellos otra cosa. Nos llamó la atención que un señor cerca nuestro ocupaba dos mesas con papeles y agendas. Tal vez era un profesor corrigiendo o un abogado mirando expedientes. Tenía varias tazas de café ya terminados y su maletín en una de las sillas. 

El viejo podría haber tenido unos ochenta años, tal vez más, lo sospechamos por como lucía y por la forma en que caminaba, bien despacito como si de otra manera fuera a romperse en mil pedazos y a convertirse en cenizas. 

El tipo se arregló el saco mientras se paraba y salió del café sin mirar atrás.

En ese momento tenía una fuerza interior que me empujaba a ser buena persona. La miré a mi amiga y le dije "hay que avisarle, lo voy a ir a buscar". 

En mi cabeza armé un escenario de que el viejo estaba cachuzo, se había desorientado y salía para volver a su casa olvidando todas sus cosas en el café, sus papeles y agendas.

Me apuré a salir, lo vi de espaldas doblar a la izquierda en la esquina. No quise tomarlo por sorpresa, tenía miedo de asustarlo porque en mi imaginación el viejo estaba perdidísimo.
 
-    Señor!! SEÑORRR!! - le grité por algunos metros, sin obtener resultados. Iba a poca distancia de su espalda, pero la cercanía era inminente así que le toqué el hombro con suavidad, creo que alcancé a decir algo como "señor dejó todo ahí" antes de que el viejo me agarrara de la ropa y me empujara contra la pared mientras me gritaba:

-    DEJAME EN PAZ HIJA DE PUTA! - para luego estamparme su puño en la nariz.

Me quedé congelada, mirando a la gente pasar que no entendía la secuencia al igual que yo, pero tampoco se metían.
El viejo siguió caminando como si nada hubiera sucedido, como si pegarle a una piba y gritarle hija de puta, fuera algo común en sus paseos a la salida de la cafetería.

Tal vez era algo común. Miles y miles de personas corrían a su encuentro y el les explicaba con delicada paciencia que solo había ido a dar una vuelta, abrumado de tanto trabajo.
Tal vez yo había sido la gota invisible que rebalsaba el vaso. Harto de dar explicaciones, harto de gente metiéndose en su vida, había decidido tomar cartas en el asunto.

Volví a la cafetería con los ojos llorosos por el golpe, sujetándome la nariz. Zarina me miró sorprendida sin entender mucho.
-    El viejo me pegó - Zari empezó a reirse.
-    Cómo que el viejo te pegó? - Le expliqué rápidamente lo sucedido, mientras seguía riéndose con más motivos aún. - Ay perdón que me ría, pero es muy bizarro, vos estás bien? -
Le dije que sí, el viejo me había tomado por sorpresa pero no golpeaba particularmente fuerte.
Su novio comenzó a pedir explicación, una traducción rápida de lo que había sucedido y cuando se enteró del golpe quedó en shock.

Hacía dos días que estaba en la Argentina y la amiga de su novia, a quien estaba recién conociendo, había sido golpeada por un viejo POR REALIZAR UNA BUENA ACCIÓN!

Le comentamos al mozo lo ocurrido cuando fuimos a pagar la cuenta.
-    Sí, siempre deja las cosas y se va a dar una vuelta - Fue toda la respuesta que obtuvimos.
Pero el novio de Zarina, exigía justicia quería ir a la policía a poner la denuncia.

En la puerta del café le explicamos que eso no nos iba a servir de nada, así que hizo lo que mucha gente hace cuando no encuentra justicia... justicia por mano propia. 
Volvió al café, tomó abruptamente los papeles del viejo, el maletín, la agenda y salió. Los tiró todos en el primer tacho que nos cruzamos.

Varias veces volvía  a pasar por la cafetería en búsqueda del viejo y una vez me pareció verlo, en la misma mesa, llena de papeles como si perteneciera al lugar y nosotras hubiéramos sido un simple fallo de la matrix. 

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