La Elegida
- Algo tenemos que hacer para mover la roca.- Dijo Ámbar. - Bárbaro, yo empujo de acá y vos de este lado. - Justina se colocó junto a Ámbar y empujaron. Cansadas y exhaustas, se tiraron al suelo. - No se puede, está pensado para que usemos nuestro intelecto, nuestros poderes.- Justina sacó de un pequeño bolso una piedrita negra y trazó en el suelo un círculo casi perfecto. Esperó unos segundos y murmuró varias veces una oración que Ámbar no pudo escuchar. Dejó la piedra dentro del círculo y se alejó. Ámbar esperó algunos minutos y preguntó: - ¿Qué estamos esperando? - - Un portal, la obsidiana sirve para hacer portales en ciertos lugares, pero creo que esa magia no funciona acá.- Ámbar cerró los ojos y comenzó a dibujar formas con las manos que quedaban en el aire como finísimos hilos de plata y oro. Tocó la piedra. El salón tembló por completo. Luego fue inundado del absoluto silencio. - Pensé realmente que ibas a poder- Justina buscó en su cinturón y sacó de un estuche