Dia internacional de la lucha contra la depresión
Tardé 10
años de mi vida en llegar a una psicóloga que me ayudara con mi depresión. Pasé
toda mi adolescencia sin planificar ni un futuro y medio porque no me imaginaba
viva a los 30.
Me encerré
adentro mío con tanto odio y tanto desprecio que cuando lo recuerdo me lleno de
angustia, porque quisiera poder contenerme ahora.
Hace poco
leí una imagen que decía “convertite en la persona que necesitabas cuando eras
chico” o algo así. Quisiera ser esa persona que necesité tanto en medio de esos
años nefastos de mi vida.
A veces
cuando hablo con amigues sobre mis años depresivos me da risa la que fui, pero
muy en el fondo sé que el dolor era demasiado grande, tanto que si me quedo un
rato recordando me hundo en esa pena sin ningún problema.
Tardé mucho
en darme cuenta que no era mi adolescencia. Tardé mucho en darme cuenta que no importaba
si mis viejos creyeron que quería llamar su atención. Tardé mucho en darme
cuenta que me tenía que salvar a pesar de todo. Tardé mucho tiempo en darme
cuenta que me lo merecía.
Ojalá
pudiera ser ayuda para que alguien o mucha gente no tarde tanto. Para que puedan
sentirse contenidos, para que sepan que sentirse mal puede ser un síntoma y que
tratarse para sentirse mejor, no tiene que ser el privilegio de nadie.
Porque la
soledad de querer morir, la vergüenza de no entender por qué tenés tanto odio hacia
tu reflejo y el cansancio de tener que fingir que estás bien te pueden
desgastar tanto, tanto, tanto.
Creí por
tantos años que iba a tener que vivir así, creí que en algún momento me iba a
llegar el valor para matarme definitivamente, creí realmente que lo que sentía
era todo lo que iba a sentir por siempre.
Recuerdo
una sesión en la que yo le hablaba a mi psicóloga de que tenía una angustia en
el pecho específica. Vivía en Buenos Aires hacía un año y monedas y tenía
angustia cuando veía fotos de mi amiga de ese momento (que estaba en Mendoza,
donde yo vivía antes). Y mi psicóloga me dijo “es porque la extrañás, eso que
describís es extrañar a alguien”. Pero yo estaba tan acostumbrada a sentir lo
mismo, que para mí eran todos diferentes matices de la angustia.
Decido hoy
hablar con un poco más de profundidad de esto porque desearía que sentirse bien
no fuera un privilegio. Que las voces ahogadas de oscuridad pudieran sentirse
contenidas alguna vez, ayudadas y comprendidas. Porque si son ustedes y lo
necesitan al menos yo abro mi puerta para decirles que los puedo escuchar, sin
juzgarlos. Y si no son ustedes, pero tienen a alguien al rededor que expresa lo
mal que se siente, escuchen y ya.
No siempre
tenemos las herramientas necesarias para decir la palabra correcta, pero
podemos escuchar y hacer que la persona no se sienta tan sola con una enfermedad
mental que te arrincona furiosamente a sentirte todo el tiempo apartada. Y
sentirte tan solx odiándote con firmeza puede terminar en consecuencias
horrorosas.
Ojalá todes
pudiéramos acceder a terapia, ojalá nos tocara revisarnos la psiquis como quien
va al dermatólogo. Ojalá exista mayor acompañamiento a les adolescentes o niñes
en el proceso porque la vulnerabilidad ahí es enorme y la falta de contención
es tan grande como esa vulnerabilidad.
No quiero aconsejar
a nadie sobre cómo lidiar con su depresión, no tengo una respuesta. Pero hacer terapia
y poder expresar lo que siento fueron mis mayores logros. Me cuesta y
seguramente me cueste toda la vida, pero siento que tengo herramientas que me
hubiera encantado tener a mis 15 años para no acostarme y despertarme queriendo
morir.
Es
importantísimo que siempre hagamos foco en acompañar las enfermedades mentales,
que podamos dejar de estigmatizarlas, señalarlas o ningunearlas. Todes podemos
llegar a sufrir depresión en mayor o menor medida, ojalá la masividad de esta
enfermedad también tuviera una respuesta masiva.
A les que
la atraviesan les abrazo siempre. A mi pequeña Flora de 14 años que se quería
arrancar la piel todas las noches, que se cortaba y deseaba morirse porque vivir
así le resultaba insoportable, la abrazo para que no vuelva a caer.
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