A la derecha

Cuando se para frente a la puerta para descender, se pone los auriculares. Miro hacia la esquina del vagón de donde venía ella. Sus compañeros de colegio están riéndose. No la miran pero se ríen.
Ella está ofuscada, elijo creer que no les da ni cabida y por eso se pone auriculares. 

Sus compañeros parecen más chicos que ella, deben tener todos unos once, doce años y parecen medios bobalicones, de esos que se ríen de cosas tontas porque es la edad. 

Ella tiene el pañuelo verde del aborto en la mochila, la remera fuera del pantalón y demasiado grande, tanto que parece un vestidito. El pelo con rulitos castaños, corto sobre la oreja y lentes redondos.
La nena parece actual, atravesada por el hecho de ser mujer en esta sociedad, abortera, luchadora, feminista. Ellos parecen niños.

Nos bajamos juntas y caminamos hacia el molinete. De pronto ella hace una seña casi imperceptible con la mano. Miro hacia donde ella mira ahora, porque está buscando algo con los ojos. Corre un poquito a la salida y mientras la gente sube la escalera que nos lleva al exterior, veo a este señor de pelo canoso y lentes redondos esperando contra la pared, con la mochila al hombro.
Se abrazan con fuerza y ella esboza una sonrisa genuina, que pareciera haber creado por primera vez recién ahora.
Y en parte para mí lo es, es la primera vez que la veo sonreír. Está tan contenta que me lo transmite.

Su papá también está muy contento, enseguida le agarra la mochila y la carga en el hombro libre. Le pasa el brazo por los hombros y suben juntos la escalera. Los sigo por atrás, no por subnormal, sino porque siguen el mismo camino que yo. 

Nos volvemos a encontrar en el cruce, con el semáforo en rojo, el se le acercó a la cara y la mira con preocupación "cómo estás?" le pregunta. Ella niega con la cabeza. A él realmente le importa, el quiere saber cómo está. "Cómo te sentís?" vuelve a preguntar. "bien" le responde bastante seca. El vuelve a abrazarla, los ojitos tristes de ella parecen llenarse de algo mágico, cruzamos juntos la avenida, ellos doblan a la derecha y yo sigo.

Camino una cuadra pensando en ellos. Él cansado pero finalmente completo de encontrarse con su hija después de un día de laburo. Ella confrontada con sus compañeros pero aliviada de encontrarse con su papá después de un día de colegio.

Salgo del kiosco y casi me los llevo puestos. Van nuevamente abrazados tomando un heladito, ella está animadisima nuevamente y va contandole lo que tiene que rendir la semana que viene.
El ríe, el ríe porque la hizo feliz, porque la vio preocupada por algo que ellos saben y ahora está soltando el estrés que eso le produjo. Él pudo ayudarla con eso y no hay nada que pueda sacarle la alegría de verla nuevamente alegre.

Caminamos hasta la esquina, tengo que cruzar pero no me sale. Los veo volver a doblar a la derecha y ya los extraño. Él papá se detiene, saca el brazo de los hombros de su hija y se da vuelta hacia mi.
"Venís? te pongo el agua para el té y te comés la factura que tengo en la mochi", ella sonríe asintiendo. Se me llena el pecho de felicidad, entonces, doblo a la derecha con ellos.


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